Ihsan Rahhal tiene 56 años y dirige la Escuela Elemental de Niñas de UNRWA en el campo de refugiados de Dheisheh, en Cisjordania. Los padres de Ihsan eran analfabetos y consideraban la educación como la prioridad en la vida de sus siete hijas y seis hijos.
La educación es para Ihsan un pilar fundamental en la vida de cualquier persona, y más en la de las chicas, “Educar a una mujer no es un acto individual, es educar a toda la nación porque ella es madre, es quien enseña a sus hijas e hijos”. “Con educación, las mujeres tienen oportunidad de aumentar su conciencia sobre sí mismas, de aprender más sobre sus responsabilidades y derechos, de formarse, tener una carrera profesional, un trabajo que les permita ser independientes económicamente, más libres”.
Su sueño es que “se acabe la discriminación contra las mujeres palestinas en general y respecto a las opciones de trabajo, que se acabe la subordinación de las mujeres a los hombres, que las palestinas puedan tomar sus propias decisiones, liderar la toma de decisiones y que se active la ley sobre la violencia contra las mujeres”.
Para ella “todas estas cosas cambiarán con más educación y más consciencia de nuestros derechos. Tenemos que confiar en nuestros hijos”.
Ihsan, convertida en una institución en la escuela y muy respetada por todo el personal, lamenta que en la sociedad palestina haya discriminación entre niñas y niños. Y para conseguir un cambio seguirá defendiendo que la educación es para ella un pilar fundamental en la vida de cualquier persona, y más aún en la de las niñas y mujeres. Confía plenamente en los efectos de la educación para cambiar el mundo y para conseguir la paz en lugares de conflicto como Palestina e Israel. “Si la educación no trae paz, ¿qué es lo que puede alcanzarla?”