Amjad. Una mujer trabajadora en Gaza

Ayat tiene 27 años y es enfermera, terminó los estudios meses antes de casarse y nunca ejerció porque rápidamente se quedó embarazada. Desde entonces, se ocupa de sus hijos. Vive en el barrio Beit Hanina en Jerusalén Este.

CUIDADOS

A los 21 años, un tío, hermano de su padre, manifestó su deseo de que sus dos hijos mayores se casaran con Ayat y su hermana. Ayat estuvo comprometida durante cuatro meses antes de decidir que no pasaría el resto de su vida junto a su primo. “En Palestina, la tradición hace que haya muchas bodas dentro de las familias. Existe la idea de que no es bueno que las chicas se casen con hombres que no pertenecen al clan. No tuve elección y soporté ese compromiso hasta que no pude más. El sólo buscaba una mujer para que cocinara y tuviera hijos y yo quería seguir estudiando, viajar, preservar mi libertad. Mi padre me vio tan triste que me apoyó. Anulamos todo y nuestro tío no nos habló durante cuatro años”

Dos años después apareció Ahmad, un fotógrafo de prensa hermano de una compañera de estudios, también de Beit Hanina. Empezaron a llamarse por teléfono, pero la tradición y las costumbres hacían que no pudieran ir al cine o tomar un café a solas. Un día, él la invitó a dar un paseo y ella aceptó, pero su madre se enteró y la discusión en la familia fue durísima porque en su entorno no está bien visto que una pareja salga a solas sin estar comprometida. “Él vino inmediatamente a casa para pedir mi mano y proteger mi reputación. Nos comprometimos y nos casamos cuatro meses después”.

A primera vista, la vida de Ayat podría parecer plegada a las costumbres de una sociedad muy tradicional, pero podemos asegurar que su existencia también está sembrada de una gran voluntad personal y de convicciones que a menudo la han hecho ir a contracorriente y enfrentarse sonoramente a su familia.

Su sueño, abrir una guardería junto a su hermana y que sus hijos sean más libres que ella, para viajar, para estudiar, para elegir. Hablar del futuro es hablar de una gran incógnita. Como muchos palestinos y palestinas, Ayat vive el presente y le cuesta proyectarse.

 

 

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íntegra de Ayat Gharabli
Pags 72-77

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